Del amor romántico, relaciones tóxicas y el amor propio
Hoy quiero compartir mi historia, una que ha sido difícil de aceptar pero que al asumir nuestras historias y verdades, vamos sanando y siendo más libres. Quisiera empezar a tener una conversación sincera, real y cercana sobre lo que es la construcción del amor romántico, cómo nos vemos envueltas en relaciones tóxicas, relaciones llenas de idealización y manipulación y de cómo es urgente pasar a una construcción sana, revolucionaria y necesaria como lo es el amor propio.
Estuve en una relación tóxica, durante casi 6 años y donde llegué a casarme con una persona muy manipuladora. Me casé muy joven, ahora sé que lo conocí en una posición muy vulnerable y en una posición desigual. Yo no lo vi antes, porque duele aceptarlo, y desde pequeñas normalizamos este tipo de comportamientos como es la manipulación, como expresiones del amor, pero que son formas de abuso muy sutiles y donde en muchas ocasiones las mujeres “toleramos comportamientos dañinos o relaciones tóxicas” en el nombre del amor. Y es que los peores actos, se hacen en el nombre del amor, donde florece y se fortalece la violencia.
Sí, la manipulación es una forma de violencia, una difícil de identificar pero que puede crear secuelas psicológicas y emocionales severas. Yo la viví en diferentes niveles, desde que cuestionaran o pusieran en duda mi realidad, compararme con otras personas para que cambiara mi comportamiento, silencios, regaños, constantes críticas a las personas que me rodeaban, culpabilizarme de acciones, emociones o decisiones no propias, tergiversar mis palabras, entre otras formas que van debilitando tu autoestima, fuerza y poder.
A partir de aquí quisiera ir dibujando la relación entre permanecer en una relación tóxica, las formas de abuso y de cómo todo está ligado a la construcción del amor romántico en nuestra sociedad. El amor romántico es un obstáculo tremendo a la igualdad entre hombres y mujeres, perpetuando las relaciones de poder y las formas de violencia que se ejercen son muy sutiles, pero eficientes en su objetivo.
El amor es una emoción humana, que debe crecer desde una/o misma/o, compartirlo y construirlo con tu familia, amistades, en pareja y con otras personas. Sin embargo, el mito y la construcción social y cultural del amor romántico desde hace mucho tiempo ha instalado en nuestro imaginario la manera en que debe ser el amor, la forma en que debemos amar y la forma en que debemos convivir con nuestra pareja. Nos dice que debemos pasar nuestra vida buscando ese alguien que nos complete, esa media naranja.
El amor romántico establece que hay un tipo de amor y una forma de amar, y es través de los medios de comunicación, redes sociales, películas, series y otros medios masivos que nos bombardean una y otra vez que el amor romántico debe y tiene que ser nuestro único sueño o anhelo (en especial para las mujeres porque su ejercicio tiene una descarga patriarcal, machista, heterosexual y egoísta). Es a través del amor romántico donde se ejercen eficazmente las relaciones de poder, de sumisión y desde lo “privado” la desigualdad entre hombres y mujeres ha echado raíces muy profundas.
El amor romántico nos dice a las mujeres cómo debemos ser para agradar a los hombres: sumisas, virgenes, dependientes, recatadas, no pensantes, calladas, reprimidas a nivel sexual, sin aspiraciones profesionales, permisivas, y sobretodo llenas de CULPA si nos salimos del molde o si desafiamos el sistema, entre otros. Y los hombres deben ser bien machos, mentirosos, proveedores, manipuladores, fuertes, valientes, insensibles, infieles, machistas, promiscuos y así podría continuar.
A partir de esta construcción, de este aprendizaje ya sea por medios o patrones que repetimos por nuestras vivencias en nuestra niñez, es que permitimos, aguantamos y nos sacrificamos porque esa es la forma en que aprendimos a amar, y porque el príncipe azul es incapaz de hacernos daño.
Así permanecemos en relaciones tóxicas, dañinas y abusivas. Yo ahora lo sé, yo fui víctima de esta construcción e idealización del amor donde durante mucho tiempo convivir a lado de una pareja que no te valida como tu igual, donde la manipulación siempre está vigilante, y donde la culpa es una constante en la cotidianidad va generando laceraciones en la relación pero sobretodo en una misma. Hace que nos perdamos a nosotras mismas, cuestionando tu propia realidad, es que tu autoestima esté en constante ataque y ni siquiera hay espacio para el amor propio. Y cuando no hay amor propio, no hay cabida para que una mujer reconozca su voz y poder que ya existe en cada una de nosotras.
Y es que el amor romántico nos posiciona a las mujeres en desventaja frente a los hombres, donde siempre salimos perdiendo, justificando cualquier forma de abuso (psicológica, emocional, física, patrimonial y/o sexual) a partir de un discurso machista y violento. Interiorizamos que las relaciones de pareja deben permanecer en el ámbito privado, culpabilizando a la mujer de las acciones del otro o responsabilizando a la mujer de provocar la violencia en el otro. Y con esto no quiero decir que los hombres estén exentos de sufrir violencia, pero escribo desde una posición muy personal puesto que la violencia hacia la mujer es una realidad (dolorosa), y somos quienes más la sufrimos.
Desde que estamos pequeñas nos enseñan a asumir el rol de cuidadora, aprendiendo a priorizar a las otras personas antes que a nosotras mismas y si intentamos poner límites para protegernos, (sobretodo construir nuestro amor propio) se nos señala de egoístas, malas mujeres y no merecedoras. Hoy quiero decirle a quien sea que esté leyendo esto y se identifica con esta lectura, que nunca ha sido nuestra culpa, que no lo es, ni lo será. Que a nosotras las mujeres se nos enseña desde pequeñas a convivir con la culpa y cargar con ese peso durante muchos años, ya sea si no queremos casarnos, si no queremos tener hijxs, si buscamos nuestra libertad, si queremos disfrutar nuestra sexualidad con quién queramos, si alzamos la voz, si no nos gusta el rosado, si queremos buscar nuestra independencia, etc.
El amor romántico, las relaciones tóxicas, la manipulación y la culpa son construcciones, son aprendizajes que también se pueden y deben desaprender. Debemos empezar a liberarnos de todo aquello que nos lastima (el amor nunca lastima ni te hace sentir mal), desconstruir la palabra amor para que no sólo deba ejercerse en el ámbito de pareja. Y debemos afirmar hoy más que nunca que el amor en pareja sólo puede existir en igualdad.
Es urgente que empecemos a cambiar el amor romántico por el AMOR PROPIO. Esa palabra ajena y rara que no se nos enseña, pero que tanta falta hace que la trabajemos y construyamos desde nuestra niñez. El amor propio es conocerse, es aceptarse, es priorizarse, es aprender a convivir y estar con una misma, es saberse buena compañía, es una forma de combatir este sistema que nos dice una y otra vez que sólo podemos estar en pareja, que estar con nosotras mismas es signo de infelicidad, que ser nosotras mismas no es suficiente o que debemos cambiar o amoldarnos al otre.
El amor propio es necesario para empezar a reconstruir nuestra forma de relacionarnos con les demás, el amor a nosotras mismas es necesario para construir nuestra felicidad, porque sólo nosotras podemos hacernos felices y sobretodo el amor propio es nuestra arma más eficaz para combatir el amor romántico, para evitar que estemos en relaciones de poder, en relaciones tóxicas y/o abusivas. Mujeres AMÉMONOS, es urgente, porque una vez que nos empezamos a amar, a aceptar y validar, conocemos nuestro valor, nuestro poder y sobretodo sabemos de lo que somos capaces y de lo que en verdad merecemos.
Y de mi historia sigo aprendiendo, creciendo y haciéndola mía todos los días. Por primera vez puedo decir que me amo y que desde que acepté el amor propio en mi vida, ahora sé que nacimos enteras, y que siempre estuvimos COMPLETAS.